Una escapada a la capital portuguesa para disfrutar en una noche inolvidable del fado, este arte que ya es Patrimonio de la Humanidad.
Lisboa pertenece al género de ciudades con encanto. Hay ciudades para el turista ocasional; hay otras para el viajero que quiere sumergirse y empaparse de una cultura diferente. Estas últimas son los lugares que jamás olvidas. Sus imágenes se quedan atrapadas allí donde la memoria las puede rescatar una y otra vez. Son ciudades a las que deseas volver e impregnarte de aquello que te transmitieron en el primer viaje.
Lisboa pertenece a estas últimas. Su color dorado, mezcla de oro y ocre, imprime el sabor de lo antiguo, no en vano fue cabeza de imperio colonial. Recuerda los versos de Pessoa, Saramago o Queiroz.
De la capital portuguesa emana el olor añejo en fachadas y calles, en tranvías y plazas. Ciudad blanquecina, ciudad de los sentidos bañada por el Tajo, Lisboa embriaga y en sus calle se oye el canto desgarrado y profundo del fado.
Guitarra Portuguesa |
El fado, el bienestar de todos los portugueses, se encuentra en la taberna y el salón aristocrático. Apareció en la primera mitad del siglo pasado, pronto se convirtió en la canción popular de Lisboa. Desde entonces, él siempre mantuvo sus características de expresión de los sentimientos asociados con la inevitabilidad del fado. La letra de fado está marcado por las tragedias de la Grecia clásica.
Un viaje a la capital lisboeta no puede estar completo si no se visita una casa de fados, y, mientras se degusta un delicioso bacalao a braz o con patatas a murro y se bebe un vino verde, suenan las notas de esta música melancólica y nostálgica, que habla de amor, de desamor y de deseos frustrados.
Decía la gran fadista del siglo XX Amália Rodrigues, que puso voz y expresión a grandes poetas portugueses, que "el fado es una cosa muy misteriosa". Y razón tenía porque estas canciones de amor, de desamor, de deseos frustrados se ambientan con una luz tenue y un silencio sepulcral que crean misterio.
Escuchar fado es descubrir Lisboa. Todos sabemos que los portugueses, en la profundidad de su alma, son personas que desafiaron al mar desconocido.
El barrio de Alfama es la cuna lisboeta del fado. Conviene caminar sin rumbo por su desconcertante y desnivelado entramado urbano que por día muestra su cara más cotidiana y por la noche se transforma. Es, entonce, el momento de sumergirse en una de esas casas de fados a la luz de las velas donde reina el silencio para disfrutar de la expresión más conocida de la música lusa interpretada por una sola voz y acompañada por una melancólica guitarra portuguesa.
Casa Linhares, también conocido como Bacalhau do molho; el Clube do Fado (Sé-Alfama) y O Faia, en el Barrio Alto, son las tres casas de fado-restaurantes más reconocidas actualmente en Lisboa. Pero quien quiera seguir descubriendo la historia de este gran arte declarado Patrimonio Inmaterial de la Unesco tiene que continuar el tour por Lisboa en el Museo del Fado.
Para saber mas
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Lisboa en Imágenes
Fotografias de Domingo León y Jose Vidal
Milene Candeias - Esperança morta
Milene Candeias interpreta este fado en una de las ediciones de la Grande Noite do Fado, en el 2006
Autor: José Vidal Camenforte